jueves, 29 de diciembre de 2011

La vida es una paradoja.

Por Enrique Aquino

    Un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; 
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reír, 
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; 
un tiempo para buscar y un tiempo para perder, 
un tiempo de guerra y un tiempo de paz. 

     Pensamientos que subrayan muy bien la lucha de fuerzas opuestas que generalmente
ocurren dentro de cada persona. El hombre esta consciente de su capacidad para el bien y
el mal, y con esta consciencia nace la ambivalencia. La coexistencia de fuerzas que se oponen
dentro de nosotros mismos, tienden a confundirnos y a amenazarnos. Y sólo disponemos
de la alternativa de la de decisión, la cual si es retardada, causa un estado de tensión
permanentemente negativo. 

     Somos responsables de la resolución de las fuerzas de un conflicto dentro de nosotros
mismos; tenemos que optar por un curso de acción definido. Aveces nos encontramos 
empujados en cierta dirección , pero no queremos abandonar las alternativas porque claramente 
carecemos de garantías al tomar una decisión. La ambivalencia que nos caracteriza es natural, 
el problema es que al decidir, casi siempre optamos por lo familiar ya que por naturaleza tenemos 
miedo a lo desconocido. 


    Cuando tenemos satisfechas nuestras necesidades básicas , el elemento  más importante a
buscar es la seguridad emocional, la cual nos puede liberar hacia la libertad genuina . El bienestar
del hombre debe de surgir de una interacción efectiva que suministre el equilibrio entre la mente 
y el cuerpo. Esta dualidad es bien conocida por todos. La mente puede afectar el cuerpo,  por 
ejemplo creando ciertas enfermedades, y a la inversa, cualquier enfermedad orgánica puede  tener
efectos  profundos sobre la mente.

     Esta dualidad es una de las realidades de nuestra vida emocional. Podemos amar y odiar al mismo
tiempo . La ambigüedad de sentimientos casi nunca es aceptada por la gente que asegura amar, pero
es una realidad. Por supuesto , cuando se ama profundamente a una persona, no es fácil encontrar el
equilibrio a las fuerzas que se le oponen a esta emoción. Pero es posible encontrar o llegar a un 
estado de tensión saludable. Nunca una emoción profunda como el amor existe libre de fuerzas 
antagonistas. 

     la vida en sí es una paradoja . Desde que nacemos se nos condena a morir. Apreciamos el gozo pero
sólo cuando hemos sufrido. De la privación aprendemos lo que es abundancia. Nunca hay risas sin que
antes haya habido lágrimas. No podemos sentir que estamos conquistando el mundo, cuando no nos
hemos sentido oprimido por él. Y son las actitudes contradictorias  las que precisamente nos ayudan
a sostener un estado de tensión creativa. La vida implica una tensión permanente, lo que hagamos
con sus fuerzas ambivalentes depende de la naturaleza de la tensión. 

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